Teníamos serias dudas sobre la aparición de nuestro contacto, el autobusero, pero allí estaba con su cartelito Comenius, lo que nos evitó hacer el ridículo a nosotros (fue el que llevaba el cartel)
En la foto, nuestros chicos en Viena, y como aquí todo es muy armónico, había partituras hasta en las paredes del aeropuerto.
Otras tres horas de autobús y, entre campos amarillos, sueño y sueño, llegamos a nuestro hotel BOSS, al mismo tiempo que las turcas.
Por supuesto nos reconocieron como españolit@s nada más llegar, ¿por qué será?
Como estábamos "fundidos", ducha reparadora y paseíto por la ciudad.
Y para terminar, cena "típica" eslovaca en la pizzería Carloline.
Y como mañana nos vienen a buscar antes de las 8 al hotel, ya estamos para poquita cosa, así que mañana más, pero no mejor, eso es imposible!!!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario